Déco

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domingo, 27 de octubre de 2013

El suspiro de una hoja en otoño






Cae la tarde en un día típico de otoño. Hojas sueltas ruedan de la mano del viento mientras otras permanecen en el suelo adheridas por el agua, ahogadas, muertas, pisoteadas y humilladas. Tono opaco, frío, reina un silencio sepulcral sólo un silbido anuncia el preludio de la lluvia. El mar se torna gris, se perciben átomos de salitre en el aire que inundan los pulmones. Nadie, nadie en la calle solo el peso de una pena acompaña la mochila donde guarda todo lo que ha podido conservar durante 39 años de existencia, el resto se ha evaporizado junto sus ilusiones. Ahora dispone de una riqueza, una riqueza que aún le causa mas dolor: tiempo, largas horas en las que no deja de revivir los últimos años cuando aún era "alguien". La tristeza no le permite sentir la humedad que cala sus huesos hasta llegarle al corazón, cada día mas endurecido por la frialdad y hostilidad humana. 

Sus oídos solo escuchan suspiros, sí,  suspiros provenientes de las hojas que alfombran el lugar, yermas, sin vida, como muestra de la muerte de un estío que ha sucumbido al tiempo al igual que su alma solitaria han sido abandonadas por la savia de la vida.

¿Decepciones? Sí, todas, ¿Alegrías? Las justas. Este es el día a día de la mayoría de las personas, que les ha tocado vivir este tipo de  situaciones, muy habituales en los tiempos que corren. La estabilidad socio/económica está en el aire, o mejor dicho, en manos de unos indeseables elegidos en las urnas con el beneplácito de la mayoría de la población. Ole, ole y ole, ¿Masoquistas? No,  ignorantes simplemente y de ahora en adelante mucho más. 

Lo único que sobrevivirá a la destrucción serán las decepciones junto con la desolación de los sueños apilados, formando montañas de cicatrices donde antes existían nobles sentimientos que serán sustituidos por rencor y odio, dolor insolidario y celos fundados, que nos llevarán a la desunión y aún más alejamiento si se diera el caso de seguir en esta línea de deshumanización egoísta y narcisista.

Cuando pases al lado de alguien que está suplicando una ayuda, sentado en el suelo con un letrero al pie de su dignidad perdida, no olvides mirarle a los ojos y adivinar en su interior la pena que ahoga el alma pues aunque falto de palabras va sobrado en sentimientos.





PD
El soltar unas monedas en la mano tendida de una vida desahuciada no nos libera de nuestra responsabilidad en lo que está sucediendo. Así que concienciate y únete en la lucha por la dignidad y el respeto de las personas.


Este post quiero dedicárselo a mi niña Aitana con la esperanza de que cuando crezca sea una persona plena de valores.