Déco

Déco

sábado, 24 de mayo de 2014

Mi vida es un sueño, mi sueño mi pesadilla, mi pesadilla mi muerte, la muerte MI VIDA








Un día, como otro cualquiera,  se nos presenta la oportunidad de saltar al interior de un cuadro que durante toda la vida hemos tenido enfrente de nuestras narices permitiéndonos  conocer la magia, que olvidada a buen recaudo, dormita al lado mismo del corazón mientras comprobamos el nacimiento de  unos sentimientos desconocidos pero ansiados que van creciendo con la fuerza del cariño y el transcurso del tiempo que permiten demostrar el valor de un beso escoltado por las caricias de una mirada. Es  el poder del amor verdadero, ríos de felicidad fluyen por nuestras venas emborrachándonos de dulces aromas pastel y hierbabuena.

Las horas, los minutos, se suceden sin control, nuestra vida se ha subido al tren de la ilusión y experimenta situaciones solo visualizadas en nuestros sueños mas reales.

Transcurren los días y las semanas, uniendo dos corazones entrelazados por la fuerza de la magia; todo se vislumbra distinto, los colores son mucho mas intensos, los besos duran una vida y el olor se puede palpar, los sueños rodean nuestra existencia y todo encaja a la perfección. 

Pero un día, sin motivo aparente o por lo menos eso parece, la magia se desvanece pues las circunstancias que rodean la realidad mas mundana influyen en la ilusión del maravilloso sueño para desgarrar cada día con su cruel verdad la tela de araña tejida con tanto cariño y amor. Sin una caricia que la pueda reparar, el final va tomando forma, los días se suceden a modo de tortura y desesperanza, desconfianza y dolor, hasta que tanto desgarro deja sin protección el más pequeño sentimiento, haciendo presa en el sueño con el fin de desahuciarlo definitivamente.

Un sueño tan sensible como mágico no ha de ser expuesto a la realidad de nuestras vidas, pues no sobreviviría a tal tormenta. Sin medios a su alcance ya que la distancia ha erradicado las caricias y los besos, no existen herramientas que puedan reparar el daño ocasionado. 

¿Es la lejanía lo que hace que un sueño pierda su magia? 

O tal vez: 

¿Es la fuerza del sentimiento que se ha quedado frío como el acero? 

Sea lo que fuere  está condenado a sucumbir ante la llegada del crudo invierno.




PD
Claro que tenemos  sueños y somos capaces de compartirlos. 
Pero no todos conseguimos mantenerlos con vida y tan solo las almas libres son capaces de abandonarlos por amor para no sucumbir ante la llegada del crudo invierno.