A mi compañera en el camino de la vida, mi amiga, luchadora incansable por devolver el brillo a los ojos de tantas y tantas personas congeladas en el invierno de los corazones del mundo.
Navidad
Está hecha añicos, pero nadie la recompone.
Está malograda entre tanta primavera insufrible.
Ya no es navidad cuando los curas prenden cirios
al niño Jesús.
Y siempre sonríe.
Pase lo que pase, siempre sonríe.
Mira con sus ojos encerados
cerámica inocencia
extiende unas manos congeladas
como un niño muerto agarrando al aire
que siempre sonríe
aunque se calcinen los púlpitos y las calles.
Especialmente si se calcinan púlpitos y calles.
Porque te veo en los ojos de cada pobre
pidiendo en los soportales del McDonald’s
y en las puertas de los bancos.
Sí, tú eres cada mirada que suplica pan para su
familia.
Ríes porque podemos ser felices sin nada en las
manos.
Extiendes tus brazos para dar el aire que
respiras.
Sí, tú eres la navidad y no los cirios de adviento
inmaculándote a todo tren.
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No tengo mas que agradecer tus palabras y recordarte que cada día nos hacemos un poco más.
PD
El frío jamás llega a helar un corazón humilde.