Siento pánico, frío, tiemblo solo de acercarme a la página en blanco que yace inerte esperando que la tinta emborrone su limpieza pura, etérea. Tal vez he esperado demasiado tiempo para retirar las telarañas de mis miedos, limpiar el polvo de la mesa y comenzar con mi vida.
Se han roto en mil pedazos las ilusiones de una niña que no quería crecer, su cara decía que el tiempo había pasado pero en su corazón las estrellas permanecían unidas por los hilos que sostienen los sueños, las hadas existen, se decía, nada puede alejarme de la verdad de un recuerdo sincero y limpio.
Aquel día llegó en el que la verdad se transformó en mentira y el recuerdo en pesadilla, nada de sinceridad ni limpieza alberga un dolor que retuerce las entrañas de la mujer hecha a la fuerza, a golpe de sufrimiento y angustia. Así se formó un corazón marcado por las cicatrices de la desilusión, cicatrices que han dejado huellas que no duelen aunque siempre avisan del pasado latente.
No pidas lo que no puedes ofrecer, es una postura fácil esperar esperar esperar a que alguien llame a tu puerta, prefiero atajar el destino e ir en busca de esa puerta, la que abre las distintas posibilidades, prefiero equivocarme a que me equivoquen, ya no, ya no volverá a ocurrir, no seré la que espera a que te sobre una sonrisa con que obsequiarme, eso se ha terminado puedo sobrevivir sin sonrisas, ni abrazos, las caricias son piedras de hielo resbalando por mi piel, ya no hay esperanza para las cicatrices de las ilusiones rotas.
Esa niña creció, se hizo mujer las ojeras del dolor afloraron, los surcos de las lágrimas dejaron marcas como cauces de profundos y tormentosos ríos aquel ángel imaginaba que vivía en un mundo perfecto cuando despertó y miró a su entorno se dio cuenta de que todo había sido un sueño, un duro y triste sueño con un final frío y gris.
La vida se le iba de las manos y sus labios no volverían a sonreír.
PD
El paso del tiempo nos juega malas pasadas aunque, como bien dices, es la forma de descubrir quien eres y a donde quieres llegar.
